martes, 20 de julio de 2010

Horas para el no amor.


Se lo explicaba realmente convencido; Hay momentos donde no cabe el amor entre los seres humanos, son tiempos de otras inquietudes, ni tan sólo de frenesí, y no paramos a observar la vulgaridad de perder la condición humana en alas del instinto animal hambriento.

Ella se giró, la sábana de la cama le cubría hasta casi el cuello y una sonrisa delataba que no comprendía bien lo que el hombre pretendía hacerle entender, esperaba posiblemente una nueva broma, una nueva anécdota, más cantinela de la misma categoría que la llevó a aquella habitación de hotel la noche anterior.

- Un visto y no visto -siguió hablando- a añadir a un historial de revolcones que ya se me hace tedioso. ¡Qué le voy a hacer! Empiezo a hablar, observo la receptividad y, si no encuentro señales que me espanten o si consigo no ahuyentar yo, el espacio de placer quedará servido.

La chica no desdibujó la sonrisa pero fijó algo más su mirada en él, siguió callada.

- Y lo hemos pasado bien ¡Sí que lo hemos pasado bien! Pero yo no te quiero y posiblemente no me gustes, ni yo a ti. Podría ser que no te aguantara, de hecho, he pasado por alto algunas aptitudes y gestos tuyos que aborrezco generalmente. No soporto que la gente no se tape la boca al bostezar y, por los mismos motivos, procuro marcharme del lado de quien se come las uñas. Cuando manda el animal permite en otros algunos comportamientos que al humano discretamente disgustarían. 

Ella prefirió seguir silente, estaba cómoda en la cama, además llevaba tiempo sin tocar un torso masculino y el de su compañero le gustaba sobremanera. Empezaba a darle vueltas a las palabras del hombre y por un momento pensó que tal vez su acompañante debería callarse.

- Ya no tengo el impulso de anoche, no me interesan las cosas que me contabas ayer, comprendo perfectamente que pienses lo mismo, tienes razón. Ahora mira a tu alrededor, desde el balconcito que dejamos casi abierto del todo anoche entran rayos de sol que no son lo suficientemente brillantes como para que no podamos ver las magníficas vistas de este lugar. Podemos desayunar aquí, podemos bajar a la terraza, en definitiva podemos actuar como una pareja de enamorados sin serlo. No me lo tomes a mal, sólo estoy reflexionando en voz alta, te respeto, esa es una de las pocas cosas que creo haber demostrado en estas horas que llevamos juntos.

El pacto que firmamos anoche -prosiguió- si bien no tiene fecha de caducidad nos da poco tiempo más para conocernos mejor, sin contar, que efectivamente queramos hacerlo.
No te creas que estoy triste, soy de esa clase de personas que siempre andan contentos pero, y aquí te presento la peor palabra del castellano, insisto, pero eso no quita que no sepa identificar una situación divertida, por llamarla de alguna manera, con un momento real de felicidad que consistiría en que tú fueras la compañera de mi vida, mi amor, y estuvieras ahí conmigo para siempre. No tendría punto de comparación, el paisaje sería más bonito y hasta tú infinitamente más guapa, la cama más cómoda y el viaje de vuelta un paseo en el que seguiríamos hablando, te acariciaría de vez en cuando al cambiar de marcha y me tocarías la cabeza mientras devorásemos kilómetros escuchando la música que previamente elegimos para el viaje.
Comprenderás que faltan colores, cuando nos comportamos como animales vemos sólo en blanco y negro y así quedará en mi cabeza tu recuerdo.

Se levantó, fue al aseo y se miró al espejo, se sintió atractivo, lo era, lavó su cara y sus manos, ella pasó a ducharse, la acompañó, volvieron a la cama sin secarse del todo. Más tarde ella se marchó. Él pagó su hotel, recogió sus cosas y arrancó el coche.

Ni compartieron teléfonos, ni direcciones, ni tan solo se citaron para café en las ciudades de origen de cada cual en el caso de tránsito de alguno de ellos. Él espera que al menos ella entendiera lo que quiso decirle. Puede que quisiera convencerla de algo, traerla hacia sus pensamientos. Conectó la radio con la mirada puesta en la semana que tenía por delante sabedor de que el animal no le molestaría en un tiempo.

Se acabaron de momento las horas del no amor pero confía en que alguna vez se acabarán para siempre.

3 comentarios:

  1. gente necesitada de calor humano..del que no queremos ni podemos prescindir. un saludo Fran (Carmen Palomo)

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  2. Son tan cortas las horas del "no amor" y tan largas las del olvido...

    ··················

    Fran, conforme voy leyendo todos y cada uno de los relatos me parecen fantásticos.
    Realmente los estoy saboreando!!
    Un besazo

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  3. Son tan cortas las horas del "no amor"
    y tan largas las del olvido...

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