lunes, 26 de julio de 2010

Babel.


-¿Cariño, se nos han olvidado sus invitaciones?

- Yo de ti sólo haría una a nombre de ella, no la construirán.

- ¿Qué no harán? ¿Qué quieres decir?

- Digo – Se recolocó las gafas – que no van a construir la torre, dudo que sigan juntos para nuestra boda.

- ¿Qué torre? No te entiendo, cielo. ¿Crees que van a romper?

- Si prefieres, digo que no van a durar mucho más, no es que el proyecto les venga grande, es que resultará imposible que entre ambos lo puedan llevar a cabo, hablan idiomas distintos y eso es peor que la distancia, si cabe.

- Yo les he visto muy bien, este fin de semana en la sierra estaban muy contentos ¿Acaso él te ha comentado algo?

- No, no tenemos tanta confianza y creo que no le caigo muy allá. Querida, no son cosas mías, son cosas que cualquiera que atendiera podría concluir.- El hombre continuó hablando preparado para una más extensa explicación- Siempre que llegan a algún sitio cada uno va hacia un lado. Si ella juega al Trivial, él corre al Monopoly.

Me fijé en un detalle que se repite constantemente, los ojos de él cada vez que ella ríe miran a un lado, síntoma inequívoco de que quiere escapar. Si a mí me parece que sus carcajadas son algo estruendosas él directamente no soporta su forma de reír. Apostaría que no aguanta la risa pública de ella y no por otro motivo más que el sentimiento interior de vergüenza ajena, seguro que en la intimidad no le parece tan desagradable, seguro ella no la hará tan insoportable. Él sabe, y por eso quiere huir, que con gente delante es forzada, es una llamada de atención al resto para que veamos que se siente contenta sin reparar en la lastimosa factura de la ejecución de su afán. Por tanto, ella, también quiere huir, pienso yo.

-Tú y tus detalles, mira que te gusta elucubrar. ¡Dame un beso! ¡Ven aquí!

El futuro matrimonio se besó brevemente, uno de esos besos espontáneos sello del amor que se profesan dos personas, ni preludio, ni crédito final de un rato de pasión, simplemente un beso que detiene el incesante movimiento del mundo y deja las mentes en blanco en su breve espacio de aparición. Justo un beso, que no por mil veces repetido por las millones de parejas que pueblan este planeta debe ser mermado en su importancia, belleza y necesidad de existencia.

El hombre continuó hablando: Fíjate, acabo de reparar en otra cosa, no se besaban, no recuerdo haberles visto darse un beso en todo el fin de semana y, ahora que lo pienso, un par de veces que les hemos visto paseando, ella, al verte, soltaba la mano de su compañero.

-Hemos ido seis parejas, no todos estuvimos besándonos de sábado a domingo- replicó ella- había que cocinar, hablar, jugar, la piscina, además cada uno teníamos un cuarto. ¿Supongo que no te habrás olvidado del nuestro? – Le miró pícara, dulce, pero profundamente sensual.

El rió, recordaba el sexo que ambos practicaron en la casita rural, por momentos hubieron de hacerse los mudos, por momentos hubieran deseado que la casa estuviera deshabitada para dar rienda suelta a sus gemidos, pero seguro que fue eso lo que les encendió tan vivamente, lo que les hizo sentir casi morir en plena pasión, condicionantes externos, ímpetus intrínsecos llevados al límite del control llegando a rozar, sin sobrepasar jamás, la línea del desenfreno en el paraíso del éxtasis.

-Llevan mucho tiempo juntos, no estoy de acuerdo contigo- dijo ella mientras se rascaba el muslo, llevaba un vestido estival, cortito, de fina tela.

-¿Y qué? ¿Para qué vale eso? ¿Qué justifica? Al contrario, las leves actitudes que he visto, sumadas al tiempo, indican plenamente que están en una cárcel de la que ni quieren ni pueden salir. Se han aceptado mutuamente, ella querría un tipo del que no tuviera jamás que separar su mano, el otro, a una chica más fina, hasta para gritar por su liberación, hasta para demostrar que está harta, hasta incluso para que le dijera que le quiere dejar.

No hablan el mismo idioma, amor mío, si él se le acerca ella se escabulle, si la otra le demanda ayuda este se hace el no enterado y desaparece. Se quedó en la casa cuando bajamos al pueblo, había buen trecho, pero apetecía pasear, a él no, seguro que hubiera preferido ir a la cama con ella y no aguantarnos al resto, quiso estar sólo con ella y le fue negada tal petición. Babel, tesoro, Babel.

Tesoro confió a su amor lo siguiente; En la cama dice que funcionan de maravilla ¿Qué tienes que decir a esto “intérprete”?

-Digo lo mismo que he dicho siempre, el sexo es algo importante, pero ni de lejos lo principal, tarde o temprano también desdeñarán esa cuestión. No dan los pasos de otros noviazgos, no avanzan, no hacen estructura ¿Cuánto tiempo llevan así? ¿Por qué no viven juntos? No se entienden, si rascaras bien verías que no se soportan y apunta bien que más tarde o más temprano abandonarán la obra porque no le veo a él con ganas de aprender otro lenguaje, en lo poco que le conozco creo que es un tipo que podría estar perfectamente sólo. Tengo meridianamente claro que ella es más cuadriculada, no digo que sea peor, pero sí distinta. Sé que él se dio cuenta que su pareja fue la que más se prodigó en la cocina y cualquier otro de los “trabajos” para asistirnos de comida, limpieza y orden en la casa. Él no pasó del justo medio y, de vez en cuando, miraba de reojo a su pareja. La cara, espejo de pensamientos. “He venido a divertirme y a colaborar lo justo y necesario, no me pidáis más. Tal vez os medio aguanto, tal vez estoy haciendo el paripé, tal vez me beba un par de copas y os cuente un chiste, pero sé quiénes sois todos y cada uno de vosotros y no se me escapa una, me irrita ver a mi pareja de chacha, me irrita ver gente con tanta cara dura, me irrita que ella no caiga en la cuenta ¿Qué hago aquí?"

- ¿Tú crees que le caemos mal?

- No todos, pero sí buena parte.

- Así que, según tú, cariño, van a romper, y te basas en un fin de semana, alguna cena y dos veces sueltas que les hemos visto paseando cerca de la casa de ella.

- Me baso en la imposibilidad de camuflar los sentimientos permanentemente, mi base es la complicación de reprimir sostenidamente las cuestiones que, si bien no nos hacen infelices, nos recuerdan sin descanso que podemos sentirnos mejor, acompañarnos mejor. El ferviente deseo de la gente de vivir lo nuestro, sin ir más lejos.

Amor mío, mientras tú y yo somos los afortunados propietarios de los Jardines de Babilonia ¿Cuántos no están perdidos construyendo la Torre de Babel? Me siento afortunado. Te quiero mucho, vida mía.

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