Si se pueden identificar personas que actúen con verdadera bondad hacia terceros serán, sin la más mínima duda, los enamorados. Habrá más, no lo dudo, pero en esta selección no cabe el error. Cien por cien de acierto.
Altruismo, ayuda, aliento, fervor, pasión, tesón, constancia...¿Sigo? Podría hacerlo.
Los enamorados, obviaré hablar de los pretendidos, son buenos por naturaleza, por más viles que les encontremos el resto -a algunos, por supuesto- sabrán sacar lo mejor de sí y regalarlo sin más, sin hacer la menor cuenta, sin sopesar, identificando únicamente los pros. Divina actitud, afortunados amados.
Es en esa vorágine de entropía donde los enamorados se comen el mundo, no hay cadena que sujete un corazón arrojado al amor. Nada les frenará, absolutamente nada, y sus comportamientos con los felices terceros serán ejemplares. Salvan los problemas porque les asiste tamaño ingenio que sería absurdo medirlo.
Los problemas en las parejas, los que acaban generando odio, recelos, enemistad y ruptura, vienen precedidos por una fisura en el amor. Alguno de dos ha mirado de reojo al desamor y este hará una microgrieta que producirá una pequeña entalla y, al igual que le sucede al acero, pronto llegará el colapso.
El desamor entra por los sentidos y se apodera del humano lastrando sus relaciones. Querido amigo, bella amiga, no pienses que tu pareja ha cambiado ¡No seas tan simple! Sólo estará sucumbiendo a la poderosa fuerza del desamor, su espíritu abnegado se está corrompiendo por los ataques ambientales del mismo, oxidación ruina de la vida de tantos.
Tal vez llegará a ser culpa tuya ¿Por qué no? ¿Acaso te crees diferente a los demás? ¿Seguro que no te corromperás tú? Tal vez no, si es así, de verdad que lo sentiré.
No son malos detalles, malas contestaciones, estrés, dificultades económicas, celos, pasotismo, es simple y llanamente desamor, es simple y llanamente corrupción, fruto de un amor mal cuidado, de una sensación transitoria mal calculada o una elección equivocada.
No estamos libres de que nos corrompa el desamor, no lo estamos, observemos siempre esto que digo. Creo que es una ley universal.
Pero que a nadie se le ocurra apartar la mirada y dejar de tener presente que igual que nos podemos corromper, tanto nosotros como quienes nos quieran, del mismo modo, el desamor nos puede pasar de largo y eso, precisamente, es lo que espero que nos ocurra, aunque jamás discutiré las leyes que dirigen al ser humano aceptando lo que venga y, cómo me lo tome, es cosa mía - para no defraudar a Kundera-
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